El impúdico exhibicionismo de Carlos, el Chacal
Carlos ‘el Chacal’ se declara inocente.
Ilich Ramírez Sánchez negó, el pasado jueves, haber cometido o
instigado el atentado del 29 de marzo de 1982 contra el tren ‘Le
Capitole’ que cubría la línea París-Toulouse, reseña elmundo.es.
En aquel acto terrorista, el primero de los cuatro por los que se le juzga estos días en París,
hubo cinco muertos y 28 heridos. “No hay pruebas de que yo pusiera la
bomba”, insistía el acusado al presidente del tribunal, Olivier
Leurent. “Ese día yo estaba a miles de kilómetros de allí, en Hungría”.
Eso sí, Carlos tuvo a bien recalcar que aquel ataque estaba dirigido al entonces alcalde de la capital francesa Jacques Chirac, quien se habría librado por llegar tarde a la estación. “Aquel día, Chirac iba retrasado y eso le salvó la vida”, apuntaba.
¿Cómo sabe Ramírez cuál era el objetivo de los asesinos?
No lo explica. Igual que tampoco aporta nombres, fechas o lugares de
cuanto ha hecho a lo largo de toda una vida dedicada al terrorismo
internacional.
Perdón, ¿hemos dicho terrorismo? ‘El Chacal’ seudónimo que, por cierto, él odia jamás se ha considerado como tal.
Más bien un luchador de la causa palestina, un revolucionario
anti-imperialista, uno de los últimos héroes del trasnochado comunismo.
Detenido desde hace 17 años en Francia, donde cumple una primera condena de prisión perpetua por asesinar a un confidente
y dos agentes que le iban a detener en 1974, el guerrillero venezolano
está siendo juzgado por cuatro atentados ocurridos en 1982 y 1983 en
suelo francés, que causaron un total de 11 muertos y 150 heridos, en un
intento de presionar a las autoridades galas para que liberaran a dos
miembros de su comando que acaban de ser capturados en París: Bruno
Breguet y Magdalena Kopp.
Confiesa que tiene tres hijos ilegítimos de otras tantas madres y se declara inocente de los cargos que se le imputan
Han pasado casi tres décadas desde aquella sangrienta campaña de
terror y un tribunal especial de la Court d´Assises formado por ocho
magistrados se ocupará de juzgar aquellos actos criminales en presencia del principal acusado y en ausencia de sus tres presuntos cómplices.
Las sesiones se prolongarán previsiblemente hasta el 16 de diciembre,
en las cuales participan 51 demandantes civiles, 195 victimas, 65
testigos, 9 expertos y 13 intérpretes. El esperado juicio a Carlos se
inició el lunes 7 de noviembre y, en apenas cuatro días, ya hemos tenido
suficiente para evaluar la clase de pantomima en que Ilich Ramírez está tratando de convertir las vistas.
“De profesión, revolucionario”,
anunció en la primera jornada, cuando el juez le hizo las preguntas
iniciales de rigor. Un circo. Eso quiere nuestro hombre que parezca el
Palais de Justice parisino. Para ir calentando el ambiente, había concedido varias entrevistas durante las semanas anteriores: a la emisora Europe 1, al diario ‘Libération’…
Luego, cuando en la prisión de La Santé le relegaron a una celda de
aislamiento por uso indebido del teléfono para hablar con los medios, él se puso en huelga de hambre para protestar por el maltrato carcelario. ¿Pero no era diabético?
Y en ese plan ha seguido el vodevil del Chacal desde que arrancó el proceso. Cada día, una revelación o una provocación.
Según AFP, el segundo día le pudo la emoción cuando habló de su
adhesión a la causa palestina y recordó los bombardeos en Jordania que,
entre septiembre de 1970 y marzo de 1971, causaron la muerte de miles
de civiles palestinos.
Carlos estuvo a punto de echarse a llorar al recordar a sus
“camaradas sacrificados por la causa” y a la “gente muerta como perros”.
La segunda vista coincidió, además, con la publicación de unas
declaraciones suyas en el diario venezolano ‘El Nacional’, explicando
que los más de 100 atentados que había comandado durante sus 62 años de vida bien podrían haber causado entre 1.500 y 2.000 muertos.
“Fueron golpes bien ejecutados, sin apenas errores. Tan sólo debió de haber 200 víctimas civiles colaterales”, señalaba.
Respaldo del Gobierno de Venezuela
Ramírez, que jamás había reconocido la autoría de ningún acto
terrorista, salvo la toma de rehenes en 1975 en Viena, en la sede de la
OPEP que se saldó con tres víctimas mortales, se mostraba de pronto así de locuaz y de cínico.
Como cuando dijo que si lograba salir algún día en libertad, iría a visitar la tumba del ‘Che’ y a disfrutar de esa luna de miel que le debe, desde el 2000, a su esposa y abogada.
Entre tanto, sus letrados Isabelle Coutant Peyre (señora de Ramírez) y
Francis Vuillemin se quejaban el mismo martes de que el Gobierno de
Venezuela les había asegurado un apoyo financiero que no terminaba de
llegar.
Mensaje del Procurador de la República Venezolana, Carlos Escarrá, al día siguiente: “Carlos no es un terrorista sino un hombre que ha enfrentado con dignidad y fortaleza la defensa de sus ideas,
sus valores y sus principios. Es necesario decir con honestidad y
claridad que fue secuestrado por el Gobierno francés desde Sudán. Desde
el mismo momento en que lo secuestran, de ahí para adelante todo es
ilegal. Cualquier acto posterior derivado del anterior va a ser ilegal. El primer juicio y éste son, pues, totalmente ilegales“.
Ese miércoles, en la île-de-la-Cité, el bueno de Ilich volvía a
sorprender a propios y extraños con una revelación de índole privado.
Resulta que es padre de un niño y tres chicas, engendrados por cuatro madres diferentes. “No he podido educar a mis hijos ni ser un buen marido”, se lamentaba.
“Ellos han pagado por mi compromiso revolucionario”. O sea que Elba
Rosa Ramírez Kopp, su única hija reconocida oficialmente nacida en 1996,
fruto de su matrimonio con la ex terrorista germana Magdalena Kopp,
tiene tres hermanastros desperdigados por esos mundos.
El varón tendría hoy 41 años y sería hijo de la antigua directora de la Academia de las Ciencias de Cuba.
“¿Y las otras dos chicas?”, inquirió el juez Leurent. “Nadie las
conoce. No quiero arruinarles la vida. Pero recibirán su parte de la
herencia”, respondió ufano el orgulloso progenitor de familia numerosa.
Metidos en harina de crónica rosa, Ilich no dudó en relatar parte de su vida sentimental al tribunal,
quizá para ofrecer una imagen más humana que la de sádico y frío
psicópata y maltratador que ofrecen de él películas como ‘Caza al
terrorista’ (1997), de Christian Duguay, o la mini serie televisiva ‘Carlos’ (2010), de Olivier Assayas: dos biopics con mucho de ficción, que han sido bastante criticadas por el propio personaje.
“Cuando una mujer se convierte en tu compañera, es una
responsabilidad, algo serio”, afirmaba refiriéndose a Magdalena Kopp,
antigua integrante de la Baader-Meinhof que fue primero compinche y
luego, amante. Kopp estuvo presa en Francia como miembro del Comando Boudia para liberarla fueron las bombas del curso 82-83 y terminó casándose con nuestro hombre en Tripoli en 1991.
Al parecer Magdalena se trasladó tres años a Venezuela con la familia de Carlos, antes de retornar a su país, donde hoy vive reinsertada.
Jamás llegó a firmar los papeles del divorcio, pero sí a contar su
etapa conjunta de amor y bombas en ‘Los años del terror, mi vida junto a
Carlos’.
De acuerdo con el relato de Ramírez ante la corte, poco antes de ser capturado por el espionaje francés en Jartúm (Sudán), narcotizado y llevado en avión a París
donde por fin le leyeron sus derechos, el eterno fugitivo se casó por
el rito musulmán con la palestina Lana Jarra, que estaba terminando sus
estudios de Odontología en Damasco (Siria). Y, de nuevo, en 2001, se
volvió a comprometer ante el Islam en otro matrimonio sin valor legal
con su actual abogada defensora, Isabelle Coutant-Peyre. Así que además
de juzgarle por terrorista, al Chacal podrían acusarle también de polígamo.
Pan fresco, un té y prensa
Pero no se vayan, que cada vez es mejor. El cuarto día, según cuenta
EFE, al ingresar a la sala Carlos saludó a los miembros de su comité de
apoyo con el puño en alto. “Luego exigió pan fresco, una tetera, su chaqueta de cuero y hasta una conferencia de prensa.
Apenas abierto el juicio, aprovechó la tribuna para lanzar diatribas
contra los abogados, quejarse de las condiciones en que vive en la
cárcel y exigir un trato acorde con su figura de combatiente”. Según sus
representantes legales, “desde hace 17 años, Sánchez es tratado como un perro”,
mientras que las autoridades penitenciarias de La Santé se quejan de
“las expresiones provocativas, injuriosas, despectivas, de connotación
racista y homofóbica” del detenido.
El jueves, además, había cierta expectación ante las primeras
declaraciones del acusado. No es que hubiera estado callado hasta
entonces le encanta interrumpir a gritos a los magistrados con cualquier boutade,
sino que el verdadero interrogatorio criminal se iniciaba a las 17.00
horas del 10 de noviembre, una vez que el tribunal había escuchado los
detalles del primer atentado.
“Pasé diez años en aislamiento, de los cuales siete en (el penal) de
la Santé, con dieciséis controles de seguridad por día. Soy un
combatiente, mi padre era una figura en las cortes de Caracas. Hay
jueces que son drogadictos. Se me acusa en un filme [se refiere a la
última película de Olivier Assayas] de ser culpable de estas porquerías.
Miren el aspecto de mendigo que tengo, ¡es vergonzoso! Esto es indigno
de Francia. Claro que esto no es Francia, ¡más bien parece el lobby de
Vichy!”.
Antes de dicha perorata, Ramírez había detallado los países en los que vivió durante su niñez y juventud:
Venezuela, México, Jamaica, Estados Unidos, Cuba, Reino Unido, Rusia,
Jordania… A los que habría que añadir aquellos en los que operó o
terminó refugiándose cuando ya nadie le daba cobijo en sus feudos de
antaño: Yemen, Uganda, Libia, Rumanía, Siria, Sudán… Según el
Ministerio del Interior galo, el acusado habría llegado a moverse por el
planeta con 52 nombres diferentes repartidos en un centenar de pasaportes.
El hombre que considerada su sucesor a Osama Bin Laden
y que dice sentir simpatía por Sadam Hussein y Hugo Chávez habló
también reverencialmente de su familia y de que su sueño infantil era
llegar a ser abogado como su padre, pero éste le convenció de que no lo
hiciera porque la experiencia le había demostrado que “no existe la
justicia” y, cuando la hay, se trata de “una justicia de clases”.
Con su proverbial sentido del humor negro y la provocación, Carlos recalcó que, debido al consejo paterno, en la educación secundaria se decantó por las Ciencias. “Al menos, la química me sirvió para fabricar bombas”, puntualizó.
Antes de llegar al tribunal, el sumario del caso Chacal se componía de 82 volúmenes y 100.000 piezas que ocupan 10 metros de pared.
Para cuando termine el juicio, habrá que añadir a toda esa
documentación infinitas actas de cuanto se habló y se dijo de importante
y de banal, a lo largo de seis intensas semanas en la Court d´Assises.
Lo más dramático es que, tras la calculada charlatanería del acusado,
tras su impúdico exhibicionismo, se esconde el hecho de que los cuatro
brutales atentados que se le atribuyen en este proceso no fueron realizados contra objetivos militares,
sino en espacios públicos llenos de civiles y de familias. Pero de
esas 11 víctimas mortales y los 150 heridos ya hablaremos la semana que
viene, cuando se reanuden las vistas…
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