El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, aceleró el proceso de nacionalizaciones dentro de su “radicalización del socialismo” en un año en el que su partido perdió en las urnas la mayoría cualificada con la que controlaba el Parlamento.
“Viene un proceso de radicalización del socialismo (…) vamos a ir radicalizando democráticamente la revolución”, dijo Chávez a principios de octubre, antes de anunciar sucesivas nacionalizaciones y expropiaciones en diversos sectores de la economía para, según él, el “bienestar del pueblo” venezolano.
La Asamblea Nacional (AN) “va a seguir siendo bolivariana, no va a cambiar nada (…) la dialéctica, el debate (con la oposición parlamentaria) nos va a fortalecer”, aseguró el mandatario, apenas unos días después de las elecciones del 26 de septiembre de las que surgió el nuevo Parlamento que asumirá en enero de 2011.
El oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) logró en los comicios 98 de los 165 escaños de la Asamblea, con lo que mantuvo una mayoría absoluta de diputados, pero no alcanzó los 110 -dos tercios- que el propio presidente había colocado como meta durante la campaña electoral.
Los partidos opositores, agrupados en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), se llevaron 65 escaños, con los que sellarán su retorno al hemiciclo tras una ausencia de cinco años, al haber boicoteado las parlamentarias de 2005, y otros dos sillones quedaron en manos de Patria Para Todos (PPT), disidente del “chavismo”.
A los pocos días de las elecciones y en medio de críticas de la oposición y de empresarios, Chávez anunció nuevas nacionalizaciones dentro del proceso emprendido en enero de 2007, después de su reelección para un nuevo mandato que concluirá en 2012.
El proceso ha continuado en medio de la crisis económica que afecta al país petrolero desde hace dos años, con altos índices de inflación y un reducido crecimiento, y la devaluación del 100 y del 20 por ciento de la moneda nacional, el bolívar, que pasó en enero a tener dos paridades respecto al anterior cambio único controlado.
Tras los comicios de septiembre y en menos de un mes, Chávez ordenó nacionalizar empresas del sector agrícola, como “Agroisleña”, de capital español; y dictó nuevas expropiaciones, como la de la sucursal en Venezuela de la estadounidense Owens Illinois, líder mundial en la fabricación de envases de vidrio.
También decretó expropiar la Siderúrgica del Turbio (Sidetur), filial del principal grupo siderúrgico privado del país, Sivensa, y seis conjuntos urbanísticos de constructoras privadas que, dijo, estaban paralizados, al tiempo que lanzó nuevas advertencias a la empresa Polar, la mayor corporación privada de Venezuela.
Ante estas nuevas medidas, líderes de la oposición y dirigentes empresariales llamaron a una movilización de los ciudadanos en rechazo a lo que consideraron un “atropello” oficial “contra las empresas y los trabajadores”.
El presidente de la patronal Fedecámaras, Noel Álvarez, también repudió “la arremetida del Gobierno contra el sector privado”, y anunció que ese gremio iba a preparar “estrategias claras” para enfrentar la situación.
En opinión del líder patronal, el apetito de confrontación deChávez con el sector privado aumentó a raíz de las legislativas, en las que el oficialismo perdió esa mayoría cualificada necesaria para aprobar leyes orgánicas o nombrar integrantes de los poderes estatales.
El gobernante, que una vez más trató de convertir las elecciones en un plebiscito, apostando por la popularidad que aún tiene al cabo de más de una década en el poder, había insistido durante la campaña en que su partido debía lograr los dos tercios para profundizar en la revolución, y con la mirada puesta en las presidenciales de 2012.
A la espera del Parlamento “multicolor” que vaticina la oposición, la polarizada escena política venezolana pasó por otro año de turbulencias, alimentadas por incesantes polémicas como las acusaciones contra el dueño del canal privado Globovisión, Guillermo Zuloaga, y las amenazas contra la cadena, muy crítica con Chávez.
Asimismo, continuaron los desencuentros del promotor del “socialismo del siglo XXI” con Estados Unidos, y, hasta agosto, siguió la crisis con la vecina Colombia.
La extrema tensión entre ambos países, que llegó a la ruptura de relaciones en los últimos días de mandato del presidente colombiano Álvaro Uribe, se desvaneció con la investidura de su sucesor en el cargo, José Manuel Santos, y una inmediata reconciliación bilateral.
Chávez y Santos ratificaron en octubre su renovada relación con la afirmación de que nadie les va a descarrilar de la nueva ruta y el compromiso de trabajar por la integración y por la seguridad de su extensa y conflictiva frontera común.
Vía EFE
Via: Noticias24
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