Monday, March 7, 2011

Entrevista a Julio Borges en El Universal 06/03/11


Entrevista a Julio Borges en El Universal 06/03/11


Julio Borges, coordinador nacional de Primero Justicia, fundador desde que nació como una ONG promotora de la justicia de paz, está convencido de que la mayoría del país quiere tranquilidad y que son unos "extremos minoritarios" los que juegan a la violencia.

Admite que se ha exagerado en usar la juventud de la dirigencia de PJ como un capital político, pero justifica que tener pocos años parece "una respuesta mágica" ante las acusaciones que desde el Gobierno se hacen contra los errores de los 40 años de la democracia.

-Primero Justicia cumplió 11 años y asomó la candidatura de Henrique Capriles a la Presidencia de la República. Los votos del 26S ratifican a PJ como un partido localizado ¿Están en capacidad de sostener un Gobierno que releve a Chávez?

-Henrique aún no toma su decisión aunque PJ quiere que él sea nuestro abanderado. Nosotros hemos dejado atrás la historia de un partido regional, el 26S logramos una votación con mucha fuerza en el centro pero sembramos nacionalmente. Somos el primer partido en Aragua y el segundo en Anzoátegui, Lara, Bolívar y Nueva Esparta. En este momento ningún partido tiene fuerza como para decir que es nacional. En PJ hemos demostrado en la Asamblea Nacional, las alcaldías y la gobernación que podemos gobernar bien para todos.

-¿De cara al 2012 el aspecto ideológico será determinante? ¿De llegar PJ a la Presidencia tendrá problema en ejecutar planes de otros?

-No, en lo absoluto. A pesar de que tenemos nuestro perfil, doctrina y visión de cómo es la lógica política, entendemos que este es un momento en el que lo que sucede en Venezuela es preideológico. Es tan básico lo que está por definirse que no hay espacio para contaminarlo con visiones ideológicas normales en cualquier democracia. Aquí tenemos que construir la cancha, el abecé de la democracia: separación de poderes, separar lo civil de lo militar, estado de derecho, institucionalidad. Esa reconstrucción no tiene por qué ser ideológica, es un gran proyecto nacional para recuperar los contrastes necesarios, pero teniendo en cuenta que hay que construir para siempre un centro político que refleje como un espejo a todo el mundo. Esa es la meta.

-En la encuesta Varianza la mayoría dice que aquí hay democracia. ¿Ese tema será central en el mensaje electoral o privilegiarán la oferta de resolver lo práctico?

-Después de 12 años el Gobierno ha aceptado en las interpelaciones que en materia de seguridad, vivienda, inflación o producción de petróleo todos los ministros están raspados. Eso lo vive la gente y es importante romper la maquinaria de propaganda. Mucha gente todavía cree que vamos por buen camino y tenemos que hacerles ver que hay un camino diferente y mejor. Sobre el estado de salud de nuestra democracia, esa lucha hay que darla también, que la gente vea que democracia no es sólo votar o expresarse libremente sino que se trata de rescatar la institucional, DDHH y la legalidad.

-Siguiendo con la encuesta, aún cuando la mayoría dice que el 26S ninguno obtuvo el número de diputados que les correspondía, se sienten esperanzados con esas elecciones, cuando pudo haber sido lo contrario.

-Después del cortocircuito nacional de 2002 el país retomó el camino electoral y lo ha hecho con tal esperanza que no deja de sorprenderme la reacción que hubo cuando decidimos no ir a la sesión en Angostura. Eso antes hubiera sido aplaudido y lo que se pensó como una gracia salió una morisqueta. La gente nos dio un mandato y es que no abandonemos los espacios. La lección de nuestro retiro en 2005 y los atajos de abril de 2002 la gente los ha madurado y ahora sabe una cosa importantísima: los caminos que parecen más cortos son los más largos y viceversa. Este camino electoral que nos ha costado Dios y su ayuda nos tiene a apenas un año de vencer democráticamente a un sistema que no es democrático. El gran temor del Gobierno es saber que se enfrenta a un país que ha aceptado ese camino y a él le encantaría dinamitarlo.

-¿Ha pensando en articular un discurso esperanzador y que también recoja el espíritu de la oferta de Churchill en 1940: "sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor"?

-Eso es obligatorio. En Venezuela tenemos que entender que la lucha planteada es de la verdad contra la mentira. No debemos tener miedo a la verdad y las grandes fallas de la dirigencia de oposición ha sido tratar de edulcorarla. Hay que decirle al país que estamos en la madre de las crisis históricas pero que tenemos una gran oportunidad de construir una fuerza electoral y democrática para abrir esa puerta y entrar de una vez por todas en el siglo XXI. Que vamos a tener todas las dificultades pero que podemos tener la determinación de hacerlo, no somos el primer país que pasa por esto. La determinación la hemos demostrado con la mayoría electoral de 2007, 2008 y 2010. Tenemos que seguir ejercitando esa mayoría y abrir la puerta con esa llave que es el voto. Yo no sé si la salida del país es electoral, pero sí estoy seguro de que el desenlace va a ser electoral.

-¿A ver, explique eso?

-Nos enfrentamos a un sistema y a un Gobierno capaz de cualquier cosa. A diferencia del referendo revocatorio de 2004 hoy sí tenemos la prueba de que somos mayoría. Creo que esa mayoría hay que ejercerla con tal autoridad -no digo violencia- que el Gobierno no tenga otra alternativa que reconocer su derrota. Un Gobierno que es capaz de apoyar a Gadafi en un momento como este es capaz de lo que sea. Me pregunto cómo podrá reaccionar ante la posibilidad de perder las elecciones en apenas veinte meses.

-Un alto porcentaje de la gente rechaza la intervención de las FANB si Chávez pierde, incluyendo la mitad de los chavistas. ¿Qué espera la MUD de las FANB?

-A las FANB no le pedimos que vengan a salvarnos sino que sean, como decía Andrés Eloy Blanco, el guardián de la Constitución, que no sean prisioneros de ningún proyecto político. Ese llamado se lo hacemos a quienes tienen las armas del pueblo bajo su resguardo. Pero también es rescatable de la encuesta de Varianza que una abrumadora mayoría del país quiere diálogo. Son los extremos minoritarios del país los que juegan a la violencia. El pueblo es muchísimo más democrático que esos extremos radicales que tienen poder en el Gobierno o poder fáctico.

-¿Es la Mesa objetivo de esos extremos radicales?

-Esos no son anticuerpos que estén dentro de la Mesa pero el peligro de ser atacados por esos extremos está allí. Venezuela ha sido un país tomado por la antipolítica, por la salida fácil y quienes creemos en partidos fuertes a veces nos sentimos en minoría. La MUD no está exenta de esa amenaza, pero la conducción que hemos tenido, en contra del pronóstico de esos radicalismo, hace que hayamos ganado autoridad.

-De los tres partidos que se inclinan por primarias en 2012, AD, Copei y Proyecto Venezuela, se dice que éste último busca que no haya medición para que se escoja un candidato...

-...Por otra vía. En este momento estamos en la discusión a corazón abierto de las reglas del juego de las primarias. Hay quienes tienen posiciones más allá de la comprensión normal de las agendas que pueda tener cualquier partido político. Hay posiciones que no tienen fuerza como para que sean explicadas a la opinión pública. Pretender que las primarias se hagan a mitad de 2012 es entregar la elección presidencial. Estamos en ese proceso que es duro y hay movimientos que lo hacen más difícil.

-¿Las primarias presidenciales deben ir juntas o separarlas de la medición para gobernadores?

-Nosotros hemos planteado sin hipocresías ni ridiculeces que sean este año y separadas. No podemos empastelar al candidato presidencial en una madeja de pactos regionales, su elección debe ser muy aséptica. Eso tiene que ser una carrera limpia de capacidades y visiones de país y dejar el tema de los candidatos a gobernador para una segunda oportunidad. Si se obliga a que los gobernadores tengan que decidir que si son candidatos pierden su cargo, es un suicidio. En PJ queremos que todos compitan y si pierden se devuelven a su posición. Hay que ver lo que cuesta en Venezuela hoy construir un liderazgo para que seamos nosotros mismos los que los matemos. Eso no tiene sentido. Proponemos que se permita correr hasta a los inhabilitados y que el país escoja lo que tenga que escoger.

"No somos 67 sino 52% del país"

Para el diputado Julio Borges (PJ-Miranda) la votación mayoritaria que obtuvo el 26S la alianza de oposición les obliga a mantener en la Asamblea Nacional una agenda "aterrizada en la vida real de los venezolanos", con propuestas de vanguardia y a actuar articuladamente con todos los partidos. Dice que no se quedarán "atrapados en la burocracia del hemiciclo".

-¿Cómo ha evaluado la oferta del presidente de la Asamblea Nacional, Fernando Soto Rojas (PSUV) de sentarse a conversar en igualdad de condiciones con todos los partidos de oposición?

Destaca que el reto fundamental es hacer valer dentro y fuera del parlamento la fuerza que les dieron los electores en las urnas y para él la MUD no son los 67 diputados sino el 52% del país.

-Lo dicho por Soto Rojas yo lo aprecio por de quien viene. Yo respeto mucho las canas y ese señor está próximo a los 80 años. Es un hombre que estuvo en la lucha armada, sufrió en carne propia el dolor de perder a su hermano y eso es para nosotros la mejor lección de vida de una persona que ya pasó por la violencia y que lo que menos quiere es violencia. Yo creo que ese mensaje es sincero. Eso lo aprendí de Pompeyo Márquez, de Teodoro Petkoff, de Luis Manuel Esculpi a quienes respeto profundamente y pasaron por la experiencia de la insurrección armada. Yo valoro esas posiciones y las comparto. Insisto, ante el mensaje de sectores extremistas, que se creen los grandes revolucionarios y creen que la salida tiene que ser violenta -no que puede sino que tiene que ser así-, el mensaje de Soto Rojas cae como una especie de bálsamo. Yo les vi la cara, en vivo, al vicepresidente Elías Jaua, a (Nicolás) Maduro, al propio Aristóbulo (Istúriz) y creo que a ellos lo dicho por Soto Rojas les produjo un gran cortocircuito, que espero haya sido para bien.

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